En lo anodino de la historia,
en el camino que nos impulsa,
en las palabras que ya se dijeron y resultan transitorias.
En las promesas perdidas y las razones expuestas.
En la monotonía insultante,
y la desilusión perpetua, un timbre sin aviso,
un vuelco al borde del abismo.
Una palabra que despierta
que aprieta y deshace.
Un revolución sin guerra,
un revoloteo constante,
latente y de temor carente.
Con sonrisa surcando el libre albedrío,
sin remos en un mar bravío, pero sin miedo.
Sin mapa y sin perder el rumbo.
A veces, el presente es quien nos envuelve,
y eres tú, inesperado pero mil veces escrito
quien hace encender luces ya extinguidas.
colores que yacían en tonos neutros y ahora me deslumbran.
Luces en el claro oscuro, y un futuro antes incierto
ahora con deseo descubierto.
Ya no hay voces, ni susurros, tan solo notas que suenan y no paran,
que seducen y disparan, que enternecen aquello que parecía hibernar en calma.
Ya no eres un sueño, eres real en mi piel y en mi latido,
tatuando el deseo que en mi cuerpo hay escondido.
Explotando cada reserva de sigilo.
Revolución de piel y hueso.
Revolución que ordena y da al tiempo su sentido.
Gracias por dar a mi vida un giro.